20 de noviembre de 2015

La inclusión real se vive, no se explica.




La inclusión real se vive, no se explica. Hace unos días mi hijo llegó a casa del instituto y todo emocionado me dijo: Mamá, me han aceptado como miembro en el sindicato de estudiantes. La verdad es que lo primero en que pensé fue en todas las dificultades con las que se podía encontrar: que no lo entiendan cuando explique alguna cosa (tiene un discurso rápido, con poca vocalización y a menudo explica hechos sin contextualizarlos), en como entendería lo que los demás expusieran (entender la globalidad del discurso y no sólo fragmentos), es decir, en todas las situaciones sociales con las que se encontraría en las asambleas y en como las gestionaría.

Más tarde me di cuenta de que era un error, no el hecho de que mi hijo se haya lanzado a esta aventura, sino mi reacción ante la situación. Porque esta experiencia no debería ser un problema, sino una oportunidad para que mi hijo pueda crecer como persona, aprender libremente fuera del entorno familiar y terapéutico. Un contexto en el que deberá poner en práctica muchas de las estrategias que ha ido practicando durante años. Es una oportunidad de conocer otras realidades y conocerse a si mismo un poco mejor.

Por otro lado, será una oportunidad para que las personas que lo rodean valoren a mi hijo por sus capacidades, sus conocimientos, sus ideas y sus propuestas, donde  nadie lo juzgue por la etiqueta que solo define una ínfima parte de lo que el es.

Personalmente creo que estas son experiencias de inclusión real, aquellas en las que  las personas con diversidad funcional participan de la vida pública, ofreciendo y enriqueciéndose de la diversidad que aportan y que reciben. También estoy convencida de que es la única forma de conseguir una plena inclusión escolar, laboral y social de las personas con diversidad funcional, haciéndoles partícipes en los diferentes ámbitos de la sociedad, de nuestro día a día. 

Como madre siento que es difícil soltar la cuerda, la sensación es parecida al  vértigo, un miedo irracional a lo imprevisible, pero si el acepta el reto, deberé aceptarlo con él y tejer redes que lo acompañen durante esta aventura. Y durante muchas otras que vendrán. Definitivamente va a ser un reto para los dos, espero estar a la altura.

2 comentarios: